Él,
atraviesa la oscuridad y ella descubre en sus ojos su luz al final del túnel.
Ella susurra palabras imprecisas que
el transforma en música.
Él le muestra los nueve
círculos del infierno en cada caricia,
ella se vuelve impura cuando el roza
su piel.
La noche los arropa y los deja
convertidos en dos cuerpos yuxtapuestos que juegan a complementarse
mutuamente.
Las estrellas iluminan dos siluetas
sumergidas en la negra pasión del cosmos.
Abrazados bajo la lluvia danzan al
ritmo de sus ganas.
A ella le tiemblan los labios de
frío, a él le arde la sangre de pasión.
Ya no importan las miradas de inquisidores transeúntes.
Ella deja que la desnudez de su
pecho brille ante los ojos de él.
Él recorre con sus manos las raíces
de su ser,
dejando una húmeda estela de placer.
Ella enreda sus dedos en las barbas
de su amado,
intentando tejer nuevas utopías en
sus mejillas sonrojadas.
La claridad prevalece en el ojo de
la tempestad.
La lluvia se aleja de ambos,
la magia desaparece sin dejar
rastros
El tiempo huye en busca de
unos ojos presurosos,
Ahora, el escupe los besos que ella
plasmo en su carne.
Ella sonríe porque no le queda un
hueco en su ser que no esté empapado de él.
La noche, metamorfoseada en un día
nefasto anuncia nuevas penas.
Él la hacía trizas con cada
palabra,
ella, inmuta le escuchaba.
No tenía valor para desvanecerse
ante aquellos ojos que una vez le habían devuelto la vida y que ahora se la
arrancaban sádicamente.
Ella agoniza,
él es feliz porque cree haberse
liberado de ella.
Pero es tarde,
él ha inhalado su alma y ella
permanecerá eternamente junto a él.
En cada respiro recorrerá toda su
piel una y otra vez…
Una
y otra vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario